Autobús de Donantes de
sangre de Bizkaia en la calle Trauko. Miriam Cos
Dos
hombres se encuentran postrados con una aguja clavada en sus brazos. A su lado,
una bolsa se mece arriba y abajo, llenándose de sangre poco a poco. Son
donantes, y con orgullo e intentando no marearse acuden cada mes al autobús de
Donantes de Sangre de Euskadi, donde Edurne Ruiz, enfermera del bus, los
atiende con amabilidad.
“Acudimos al barrio una
vez al mes en horario de tardes”, explica Edurne. “La mayoría de la gente que
se anima a donar son jubilados o personas mayores, la gente joven no está
concienciada con la causa y tiene miedo”, comenta. El autobús, que permanece en
la calle del barrio durante cuatro horas y media, está equipado con un
conductor, dos enfermeras y un médico. Cada tarde del mes que acuden a
Uribarri, atienden aproximadamente a treinta vecinos de la zona, aunque en
algunas ocasiones, la donación sea imposible. “La gente muy delgada no puede
donar, al igual que los que se han hecho un tatuaje hace poco, puesto que
podrían haber contraído hepatitis”,
explica Edurne.
La Asociación de
Donantes de sangre de Euskadi cuenta con varios autobuses que recorren zonas y
barrios de la ciudad día tras día. También acuden a los pueblos cercanos. “Es
importante que la gente se conciencie con la causa y done sangre. Nunca sabes
en que situación estarás. Igual algún día te
hace falta a ti”, dice Edurne.
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